Asomado al acantilado
La pena fue llegar tan tarde. Eso y el hecho de que hubiera una ceremonia religiosa en varias dependencias del templo, impidieron poderlo ver en todo su esplendor y tomar buenas fotografías.
Pero en fín, lo importante es que pudimos tener un atisbo de la belleza no solo del templo, sino del lugar en sí, que resultó ser impresionante.
Provistos de los obligatorios sarongs y fajínes entramos al recinto, y avanzamos hasta que llegamos a una de las vistas más espectaculares de las que he disfrutado nunca.
Frente a nosotros estaban los merus del templo que parecían querer desplomarse al mar, en una especie de sacrificio ritual. Hay quien dice haber visto delfines y tortugas mirando hacia arriba, como si hablaran con los dioses del templo.
Una vez empapados de la belleza del paisaje, recorrimos el entorno, lleno a esa hora de visitantes y feligreses que aprovechaban las horas de menos calor del ocaso y la brisa marina para disfrutar del lugar.
Por la parte trasera del templo, es donde se encuentra la mayor densidad de población de macacos balineses.
puede parecer muy "monos" y entrañables, pero hay que tener mucho cuidado. son auténticos ladrones que operan al despiste. les atrae todo lo que sea brillante, todo lo que cuelgue de nuestras orejas, cuello o muñecas y sobre todo les encanta las gafas, de sol o de vista.
Dos turistas japoneses cayeron bajo el encanto de un pequeño mono que les tiraba de las correas de la mochila, cuando éste subió rápidamente a la cabeza de la chica y le arrebató sus gafas de vista.
La pobre japonesa se echó las manos a los ojos, ya que tenía una graduación más que considerable, y pensaría en cómo iba a seguir viendo el resto del viaje.
El monito se trepó rapidamente a lo alto del techo de una de las dependencias del templo, y casualmente apareció una señora con comida y empezó a llamarlo.....¿Negocio o travesura?
Ya se hizo de noche y debemos regresar. A esa hora los macacos están más desconfiados....salimos más deprisa de lo que entramos.....


