Tomando como punto de partida el...
Tomando como punto de partida el embarcadero del vetusto pero encantador hotel Ghion, nos disponemos a surcar las aguas del lago Tana, el mayor de Etiopía (el segundo más grande de África) y fuente del Nilo Azul.
Iniciamos nuestra navegación con el objeto de visitar alguna de las más de las 30 islas que salpican este bello lago y que guardan celosamente más allá de la cubierta vegetal que las protege, gran parte de la historia de este fascinante país.
Mientras nuestra pequeña embarcación propulsada por un quejumbroso motor avanza pesadamente hacia uno de los islotes, se cruzan ante nosotros elegantes embarcaciones locales llamadas “tankwa”. Estos pequeños barcos de papiro, abiertos en su parte final, se deslizan suavemente por la superficie del lago y transportan pasajeros y mercancías desde las diferentes islas a tierra firme, tal y como lo han venido haciendo durante siglos.
Tras una agradable travesía llegamos a tierra firme, dejamos atrás la cubierta de papiros y árboles que flanquean las orillas de la Península de Zege, avanzamos por una intrincada senda a cuyos lados se agolpan vendedores de artesanía, cruzamos un elegante arco de piedra y repentinamente se erige ante nosotros un edificio cuyas paredes se hallan fastuosamente decoradas con frescos que relatan escenas bíblicas, escenas de la vida de Jesús y escenas del patrón de Etiopía: San Jorge. Nos encontramos en el monasterio de Ura Kidane Meret, edificado en el siglo XIX sobre los cimientos de una anterior construcción que fue arrasada por un incendio.
Lo más destacable de este monasterio, aparte de que esté permitido el acceso a las mujeres, es la maravillosa colección de coronas, cruces votivas, vestidos e incluso restos momificados de antiguos emperadores que se exhiben en su exterior a modo de improvisado museo.
Los orígenes de la mayoría de los monasterios del lago Tana se remontan a los siglos XVI y XVII aunque la tradición popular etíope sitúe la fundación de alguno de ellos en épocas más remotas. Como señalaba anteriormente, el acceso de las mujeres al interior de los monasterios suele estar vedado y estas han de contentarse con esperar en las orillas de los islotes a que los sacerdotes se acerquen portando las reliquias para que puedan ser veneradas.
El Lago Tana constituye un verdadero remanso de paz y este es el motivo por el cual la tradición etíope cuenta como durante la invasión de la antigua capital de Axum por el señor de la guerra Ahmed Gragn a mediados del siglo XVI, el Arca de la Alianza fue traslada a la isla de Dega Estefanos, donde fue custodiada hasta que se liberó la antigua capital…Y os preguntareis ¿qué hace el Arca de la Alianza en Etiopía?...Pues bien eso es otra historia….


