Hotel El Hotelito

Otoño. La estación. Se entremezclan en el paisaje: Ocres, rojizos y marrones. El pantano del Burguillo inmenso y el río Alberche bajando con toda la fuerza de su caudal. Se repira en el ambiente, olor a castañas asadas en las lumbres encendidas. Un fin de semana para desconectar. Gran cena. Despues confortable sillón con vistas al hogar, un Gin-tonic y una agradable tertulia en buena compañía. Al despertar, ducha con impresionantes vistas y a desayunar. Pasear por las estribaciones de la sierra de Gredos. Que fotos!!
Cañita con unas papas secas y otra, con unas chulas. Comer y siestecita. Que bien se duerme
Por la tarde pequeño paseo en bici, tenemos que guardar fuerzas para el paseo de mañana por la mañana a caballo, comentan que la ribera del río esta preciosa.

Hotel en un entorno rural que lo convierte en un hotelito con encanto. Situado a 1,5km de las piscinas naturales de Navaluenga en la provincia de Avila. 12 habitaciones modernas con un toque rústico. Limpieza, detallismo y algo que me fascina, servicio Welcomer. Los dueños Candido y Christina te atienden personalmente y te enseñan tu habitación y los servicios que ofrecen.
Desayuno made by Christina, con dulces típicos de Dinamarca y zumo natural expresamente hecho en el momento para el cliente.
Actividades a caballo, rutas de senderismo, taller de astrología, biblioteca, videoteca, sala para reuniones y eventos especiales, terraza para desayunar y cenar.

No nos alojamos en el hotel, pero vamos habitual mente a Navaluenga,. por fin tenemos un lugar diferente para cenar. El sitio encantador, vajilla, terracita, tranquilidad...

Muy buenas los platos con verduras, y algún plato italiano que sorprende.

No hay que pasarse pidiendo que los platos no son pequeños, tranquilos que el personal asesora y aconseja. Se puede completar la cena con algún cóctel. Ideal para un momento romántico, un regalo, ..y buena relación calidad/precio...Y pudimos cenar con nuestro Yorkshire .

No es un hotel rural al uso, es un hotel de diseño en un paraje idílico. La amabilidad de sus propietarios, Christina y Cándido, complementa a la perfección la calidad del servicio. Aunque se está en plena naturaleza las habitaciones tienen wifi (y es gratuito). Tiene 12 habitaciones, algunas (yo estuve en una de ellas) con terraza, pero las hay también con jardín privado. Totalmente recondendable para descansar y practica actividades al aire libre (desde senderismo, montar a caballo, bicicletear, etc).