Atardeceres en El Bolao
Si viajar es sentir y experimentar por encima de todo, siempre recordaré los maravillosos atardeceres que tuvimos la suerte de contemplar desde los acantilados de El Bolao. A un corto paseo, entre prados verdes y alguna que otra vaca, teníamos esta maravilla de la naturaleza que nos confortaba al caer la tarde.
Los contrastes de color del mar y los prados, y la maravilla de los cielos en distintos colores según el día eran un auténtico.
El banco que, estratégicamente situado, nos acercaba casi a los bordes del abismo, nos permitía disfrutar con calma y algo de vértigo de ese lugar cercano y recóndito a la vez.