El árbol-tunel
El que diga que los lugares mágicos no existen está equivocado. no hablo de magia en el sentido harrypoteriano de la palabra, sino magia de encanto, de apresar los sentidos y cautivarlos de tal modo que parezcan esclavos de una visión.
Las carreteras de Bali guardan muchas sorpresas, y son de todo menos aburridas, ya que en cualquier momento puede aparecer una sorpresa, algo curioso, que llame nuestra atención, incluso más que muchas de las atracciones famosas que pueda tener la Isla.
Trasteando por el occidente balinés, cerca de la costa y en dirección a la capital, de camino a la población de Pekukatan, la carretera serpentea entre campos de café y arroz, pero también atraviesa un árbol. la imagen que se presenta es la de un inmenso ejemplar bunutan que ha dejado que el tiempo, los coches y las motos pasen a su través, sin herirlo.
Es tal la admiración que los habitantes de las aldeas que lo rodean le profesan, que han levantado dos pequeños templos a su lado, como para que entre los dioses y el gran bunubutan no dejen de derramar sobre ellos sus bendiciones.
Yo ya me considero bendito por haber gozado de la visión de un gigante que merece todo el respeto y la admiración de sus visitantes.
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