Eccehomo
Este lienzo esta ubicado en un fornicula muy sencilla en una de las casas de la calle que lleva el mismo nombre. Fue una de las últimas capillas que permaneció iluminada con una lámpara por las noches, dada la mucha devoción que tenía entre los vecinos.
El origen de esta capilla se encuentra en la crónica de un monje carmelita, donde se explica como, durante el primer cuarto del siglo XVIII, una terciaria carmelita que vivía en la calle de la Portella, de nombre Joana Borràs Noguera, se dirigía como cada día, a visitar la iglesia del Carmen. Cuando pasaba por la actual calle del Eccehomo, se le apareció el diablo, que le cerró el paso. Joana pidió la intercesión de Jesús y no tardó mucho en escuchar una voz que le decía "Pasa hija mía, no tengas miedo: siempre te acompañaré".
Miró al cielo y vio a Jesucristo, en el paso de la flagelación. Joana quedó liberada y fue al convento de los Padres Carmelitas para contar al fraile Jaume Torrens, su confesor, el que había sucedido. Fue este fraile quien tuvo la iniciativa de construir la capilla.
A principios del siglo XX la pintura original fue substituida por una de Joan Bauçà, la cual, los últimas décadas, ha sido objeto de varios ataques vandálicos que la han maltrecho, hasta el punto de tener que restaurar la capilla y substituir la pintura por una replica.
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