Un café nada más desembarcar
Nada más llegar a Trondheim y después de pasar la noche en el tren necesitábamos si o sí un café, así que a pesar de los precios que se gastan por estos lares y de que la calidad del café no tiene nada que ver con la que habituamos a consumir, decidimos meternos en el primer sitio que encontramos, y este fue Dromedarkaffe.
La decoración no está nada mal, tienes periódicos y un grifo de agua que sale de una columna para que puedas servirte toda la "tap water" que quieras.
El café lo que esperábamos, el precio el que imaginábamos, y la simpatía de la camarera y su desgana la que ya nos tenían acostumbrados los noruegos, que aunque muy cordiales, legales, educados y bla bla bla tienen mucho que aprender en cuanto "servicios".