Mátame, camión.
Pues hoy he ido al [nuevo] Tintín y os voy a contar un poco.
La versión corta es que preferiría que me arrancasen toda la dentadura con unas tenazas oxidadas antes que volver a poner un pie a menos de veinte metros de ese antro de mala muerte, que da asco y vergüenza y encima es un atraco ya desde antes de entrar.
Cinco pavos de entrada, QUE NO INCLUYEN LA CONSUMICIÓN, la música es horrorosa -lo más decente que pusieron en ese rato fue "Despechá" de Rosalía-.
Ojo, después de tener que ponerme los vaqueros que llevaba en la mochila improvisando un camerino en un portal cercano, porque el cosplayer del Doctor Maligno que hay en la puerta, al lado del niño de unos trece años que cobra las entradas, no te deja entrar "en chándal", y que es lo que le da calidad a la película. Lloviendo a cántaros. Un fruto domingo.