El mejor aceite de oliva de Marruecos
Que bonita sorpresa ha resultado esta pequeña ciudad del Atlas en nuestra ruta. Tras atravesar Marruecos del sur hasta aquí a través de espectaculares montañas, puertos, carreteras imposibles, pueblos colgados en el tiempo y un paisaje que nos ha dejado impresionados, el punto final de la Ruta 307 es la bonita Demnat, en la que puedes hacer una inmersión a la cultura y tradiciones más autóctonas del país.
Demnat es una joya histórica y artística poco conocida y que no sale en las guías turísticas convencionales, uno de esos lugares que cuando los descubrimos nos arrancan una sonrisa.
Su antigua kasbah, la magnífica puerta de entrada amurallada, el barrio judío (mellah) de precioso color verde, la zona del zoco, y sobre todo el poder caminar por un lugar sin que nadie te increpe para comprar, sin engaños para turistas, sin caos circulatorio.
Demnat es orgánica, funciona sin necesidad de artilugios, ni adornos extras, es bonita por si misma. Al llegar te encuentras con lo cotidiano, los niños corriendo que salen del cole, las tiendas de todo tipo abiertas para la gente local, puestos de aceitunas, elaboradores de miel, zapateros, y tú, no puedes más que integrarte en este maravilloso fluir.
Los alrededores son espectaculares, como por ejemplo el Geoparque de M'gouna, en pleno alto Atlas o el puente natural de Imin Ifri. Nosotros hemos parado el coche, no lo hemos podido evitar y nos hemos dejado llevar por este ambiente cotidiano de una ciudad que no estaba marcada en nuestra agenda viajera, ya que no sabíamos nada de ella. El resultado ha sido sobresaliente.
Hay un Marruecos aún por descubrir que merece la pena poner en valor. Demnat ya está en nuestro saco de favoritos y se ha convertido en una firme candidata a la que regresar en breve.