Paseo de nobles
Porque así lo quiso el conde de Barajas, cuando allá por el siglo XVI decidió reurbanizar y acicalar este rincón sevillano, que se convertiría, sin él saberlo, y con el tiempo, claro está en el más antiguo jardín público de España y de Europa. Así que puso manos a la obra, no las suyas, claro está, que para eso era noble, y desecó un bracito del Guadalquivir que por aquel entonces daba mucho la lata, con frecuentes inundaciones y encharcamientos que no hacían más que provocar molestias y enfermedades propagadas por mosquitos y otras podredumbres.
Poco a poco el espacio fue ganándose al río y la vecindad creciendo, así que hubo que embellecer el espacio, y como la moda de aquel entonces era el gusto neoclásico y en especial el amor por Roma, se aprovecharon unas columnillas que "sobraban" de un edificio romano que aún se conserva, para dar empaque y tronío a la entrada del paseo.
En el otro extremos dos leones con sus escudos representan a España y Sevilla.
Durante mucho tiempo, el espacio fue frecuentado por nobles y aristócratas, pero cayó en el olvido y se transformó en un barrio de mala muerte, llegando a tener hasta 35 prostíbulos.
En los siglos siguientes, se fue modificando su estructura, y con ello desaparecieron los prostíbulos y el espacio se convirtió en lugar de celebraciones como las de San Pedro, que fueron el germen que daría lugar a la famosísima Feria de Abril.
Hoy, de día, es un agradable lugar de paseo, con abundante sombra y fuentes en el suelo que refrescan el ambiente en los momentos en que el sol castiga, aunque de noche no es tan recomendable por los numeroso botellones que se organizan y que el ayuntamiento intenta erradicar.
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