La Barcelona oculta
Uno entra en este lugar creyendo que en cualquier momento, de alguno de sus rincones, van a salir Calixto y Melibea, o Romeo y Julieta, en sus andanzas amorosas.
El claustro de la iglesia de Santa Ana merece un reconocimiento aparte. La entrada es directa, a diferencia de muchos claustros que tienen el acceso a través de la Iglesia.
De bellísima factura mediaval, un pequeño jardín inunda el espacio, como si de un patio de un bello palacio gótico se tratara, y no el claustro de una recóndita iglesia.
El sitio forma un intimista rincón junto a la iglesia y las capillas de Santa Ana, pero sobre todo está perfectamente encajado en la pintoresca placeta de Ramón Amadeu.