Paraíso lleno de turistas, pero paraíso igual
Calas espectaculares, gente de corazón hermosa y lugar perfecto para desconectar y relajarte en sus aguas. Nos quedamos en un precioso hotel: Hotel Madrid, donde su atenta anfitriona, Mary, te atiende como si estuvieras hospedándote en su casa.
Es pequeño, con lo justo y acogedor. Un desayuno donde puedes escoger de una variedad muy grande, con atentas recomendaciones sobre las calas a las que ir, y sin ningún problema para aparcar tu coche de alquiler (obligatorio si realmente quieres vivir la experiencia; un consejo: comprar el seguro a todo riesgo en la oficina de alquiler, y así vas sin preocupaciones).
Calas: impresionantes, vayas donde vayas, son impresionantes. Nosotros desayunábamos bien en el hotel, comprábamos algo que comer/picar en la playa y cenábamos como reyes (sobre todo en La Perla de la Habana: otro consejo, los viernes y sábados, hay que llamar para reservar).
Calas, no sé ni qué decir, todas son hermosas, nos quedó la pena/excusa para volver a venir de no haber ido a las playas del norte, que tan buena pinta tenían... Poco más que decir, lo pienso y quiero volver, y en secreto, quiero quedarme. A ver cómo evoluciona...
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