La Catedral de los eslovacos.
Es curioso, porque no tiene el porte de la típica catedral que esperaríamos de una capital europea, y ni siquiera está en lo que hoy en día se considera como el centro de la ciudad, así que a menos que se haya investigado sobre los atractivos de la ciudad, o se pase cerca de ella al venir del castillo, uno piensa que es una iglesia de relativa importancia pero no el principal templo de Bratislava.
Así que si nos acercamos a ella por la calle peatonal del oeste, junto al café L'Aura, el ambiente de película de terror es inevitable: un jardin reseco, unas farolas con un dudoso diseño neogótico, las lápidas formando parte de las paredes, y una única puerta de entrada, muy disimulada entre la arquitectura del templo por su parte este.