Paseando entre nubes y arcoiris al borde del abismo
Por algo es Patrimonia de la Humanidad. Efectivamente, la nube de vapor que genera el salto de agua de las Cataratas Victoria se ve a varios kilómetros de distancia. De hecho, es lo primero que se ve de Victoria Falls, la pequeña ciudad creada en torno a ellas, que recibe turistas de cualquier lugar del mundo. Desde el centro tomamos la carretera que conduce a la frontera con Zambia y, en pocos minutos, cruzamos las vías del ferrocarril que más adelante, en el puente fronterizo, irán en paralelo a la carretera. En la explanada próxima a las vías hay una especie de museo al aire libre, con esculturas de piedra de un artista local. Enseguida encontramos a la derecha un desvío peatonal que nos lleva directamente a la entrada al parque, donde los paneles informativos nos ayudana hacernos una idea de lo que vamos a encontrar. El río Zambeze constituye una frontera natural entre Zimbawe y Zambia y discurre con relativa calma a través de un amplio cauce que se extiende por la meseta hasta llegar a la falla larga y profunda que da lugar a las impresionantes cataratas, de 1,7 km de largo y 108 metros de profundidad. Pero lo que las hace aún más espectaculares es la escasa distancia desde la que se pueden ver desde la orilla opuesta: en unas zonas, tan sólo 60 metros separan el camino por el que recorremos el "bosque del arcoiris" de la orilla opuesta, es decir, que parece que casi podemos tocar el agua que se desploma en el vacío a la altura de nuestros ojos. En otras zonas la anchura de la falla llega hasta los 120 metros, pero sigue dando la impresión de que "está ahí mismo".