¡Él solo se impone! ¡Él solo custodia el pueblo!
El Castillo de San Cristobal es una de esas "pequeñas" cosas que se han de ir a ver, porque merece la pena: 1º por el torreón en sí mismo, y 2º por el maravilloso barrio marinero en el que se encuentra.
Ahora quizás lo vemos como un par de piedras una encima de la otra, quizás ahora solo sea el objetivo de los escritores que vaguen libremente por la avenida escribiendo sobre él, o de los niños que en él se imaginen luchando contra los piratas. Y es que las historias que los niños se imaginan en él quizás no están tan mal encaminadas, ya que este torreón en su momento defendió la ciudad de los corsarios ingleses y holandeses, ¡del temido Pieter van der Does!