Un castillo árabe en Palermo
El Castillo della Zisa es uno de esos lugares del que muchos deciden prescindir en su visita a Palermo, por falta de tiempo y porque queda un poquito lejos del centro. No está tan lejos, yo fui andando y diría que a unos 30 minutos máximo habréis llegado. Si no os perdéis, claro, que es lo que me pasó a mi. Bueno, no fue para tanto aunque sí advertir que caminando desde el centro es probable que os encontréis con una verja que os separa del castillo y su jardín. Si es así, entrad en el parque que queda a la derecha, y recorredlo en paralelo al castillo porque justo en el otro extremo hay un paso para los visitantes. En mi caso no había nadie así que, como si fuera una aventura gráfica llena de puzzles, je, je, lo fui descubriendo porque el único cartel que daba una pista de ése acceso estaba pintado en la pared de una forma un pelín cutre y al principio no me fijé en él así que eché a andar en dirección contraria, en fin...
Este es uno de los pocos edificios civiles de estilo árabe que quedan en Palermo. De finales del s. XII, conserva sus buenas 3 plantas a las que iréis accediendo poco a poco. Los interiores son austeros, es un castillo, pero con muchos detalles árabes, desde una celosía por la que se mira al exterior, hasta una fuentes en el suelo al más puro estilo de la Alhambra... Y además hay una exposición de arte islámico permanente, bastante bonita (en cada sala hay unas cuantas piezas, pero no recargan el lugar).
Hay carteles que prohíben las fotos en el interior, aunque no me quedó claro si esto incluía la gran sala que se abre al jardín y que es desde luego el tesoro del castillo. De todas maneras, entre que no lo tenía claro y el precio de la entrada (6 €, un poco subida), hice fotos y nadie me dijo nada. No entiendo que en lugares como éste prohíban hacer fotos, y por otro lado cobre una entrada realmente elevada... y en otros, no. En fin, seguramente haya razones para ello, no lo sé.
Ésta majestuosa sala se descubre al final de la visita. Sería la sala de recepciones del monarca, que utilizaba este castillo como residencia palaciega. Su decoración es una mezcla total de estilos, como es habitual en muchos edificios e iglesias de Palermo: árabe, bizantino, barroco... Y, francamente, te deja la boca abierta. Es un lugar precioso.
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