Casco antiguo de Brujas

Pongamos Brujas en perspectiva en el marco de un viaje a Bélgica.

Son muchos los motivos por los que Bruselas y la excursión con la que puedas combinar la visita a la capital en un fin de semana largo (véase Gante, Amberes o Brujas) me parecen una escapada de lo más recomendable. Son motivos sutiles y personales, que no tienen porque ser válidos para todo el mundo. Me explico.

Así como la capital y ciudad más grande de Bélgica no abandera un estilo de luces de neón que te deslumbre y es más bien una ciudad discreta y agradable (lo que muchos calificarían como una chica "simpática", que quizá no haga "girar cabezas" pero que esconde encantos que aguardan al ser que sepa apreciarlos), Brujas es todo lo contrario, la niña bonita, la que sí enamora a todos y levanta suspiros. Y servidora también sucumbió a sus encantos, como lo haría el 99% de la población mundial (y me quedo corta).

Caminar por el centro de Brujas es uno de los rincones más impresionantes de Bélgica, todo recuerdo al estilo medieval y hay numerosos centros religiosos, callejuelas y canales por los que navegar. El chocolate y los mejillones son algunos de los productos típicos que hay que probar.

No es una zona especialmente cara si se sabe buscar con calma los sitios, nos encontraremos muchos extranjeros (muchos españoles) y también tenemos una numerosa variedad de cervezas en muchos pubs. El tiempo suele ser muy húmedo y con una continua llovizna muchas veces.

Uno de los centros religiosos

Brujas, chocolate, patatas fritas y canales. Son las palabras que me retrotraen a esta ciudad llena de rincones encantadores y especiales donde mires donde mires hay algo que fotografiar. Aquí dejo una foto del Campanario (o Belfort) desde el Mark de Brujas. Espetacular!

Empezar con un paseito a lo largo del casco antiguo, algo que no lleva más de un par de horas. Después de la toma de contacto no se pueden dejar de admirar los escaparates de las chocolaterías, son pequeños museos del chocolate. Siendo pleno invierno, lo que más nos apetecía era tomar algo caliente y por supuesto debía ser un chocolate. Acostumbrados al chocolate que tomamos en España, no pudimos si no sorprendernos de lo que estábamos bebiendo, era un bombón derretido! Buenísimo! Aunque haga calor, si tenéis la oportunidad, no dejéis de tomar un chocolate caliente, yo, sin ser golosa lo disfruté como una niña.