Pablo Strubell
Una subida que merece la pena
Pasada la formación rocosa de Jeti Oguz, el camino sigue valle arriba, serpenteando a lo largo del río hasta llegar al jailoo (la zona de pastos donde suben los nómadas sus animales).
Allí el camino se bifurca en dos pistas: una que sigue el río y otra que se adentra por un bosque, hacia unos edificios y una pradera llena de yurtas. Esa es la que nos interesa seguir porque, continuando ladera arriba, tras una hora de subida (con impresionantes vistas del valle) se llega a una cascada preciosa, que resbala por la piedra. No es una subida demasiado dura, al menos no es técnica, pero en caso de que haya llovido, el camino puede estar muy embarrado.
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