Maravilloso todo!
El Colladín es uno de esos sitios a los que, si vas una vez, siempre vas a querer volver. El encanto de Llerices -aislado de la carretera que sube a Los Lagos de Covadonga- es sólo el principio. La casa sorprende por el mimo con el que se ha rehabilitado sin perder sus raíces. Por cierto: las habitaciones son todas diferentes y tienen nombres de árboles y plantas de la zona. No os perdáis la zona de debajo del hórreo -justo delante de la casa- porque es un sitio ideal para disfrutar de la noche hasta con frío! en verano ya ni os cuento. El añadido es que la anfitriona, Asun, tiene aquello precioso: cuidado al detalle y lleno de plantas que le dan al rincón un encanto único.