Sonrisa de gato
Para quienes le hemos puesto palabras a...
Para quienes le hemos puesto palabras a los primeros temblores del amor gracias a la poesía de Neruda, visitar su casa en Isla Negra es una experiencia inolvidable. A los pies del pacífico sur, con una vista que parece una fotografía postal, está la casa que Pablo Neruda construyó como a retazos para tener donde acumular sus obsesiones de marinero sin barco y coleccionista compulsivo.
La casa está llena de sus "mascaronas", de conchas, de copas y vasos con cristales de colores, de detalles... Una habitación magnífica que deja ver el mar, invita a pensar en las noches de amor con Matilde Urrutia y la pequeña mesa en un rincón, en el acoso del insomnio de la escritura.
A los pies del acantilado, reposan los restos del poeta y de su amada, porque ese paisaje es el que quiso seguir viendo para siempre.
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