Pura historia del Sherry
Cuando en 1853 se construyó el ferrocarril Jerez-El Portal, uno de los primeros de España, no se hizo con intención de acercar ambas poblaciones ni de facilitar el transporte de viajeros. Se hizo porque la filoxera había arruinado los viñedos franceses y el mercado inglés se abastecía de Sherry jerezano. El transporte de toneles en carretas era muy laborioso y lento y no permitía cubrir la fuerte demanda existente.
Por ello se construyó una vía férrea para acercar Jerez al puerto más cercano. Los toneles de vino hallaron así el medio más rápido para llegar a los barcos que esperaban. La pugna de los bodegueros por acaparar los viajes del tren comenzó inmediatamente y fue necesario construir unas oficinas desde donde distribuir equitativamente los portes. Abundando en el estilo de la época esta Casa del Vino fue erigida en estilo neoclásico. Un edificio rectangular, basado en la proporcionalidad de los huecos exteriores y con frontones enteros como único elemento de la fachada, aparte de la cornisa superior a la que fue añadido posteriormente un Corazón de Jesús.
Una década después de su construcción los envíos de vino eran tan importantes que la plaza entera de la estación de ferrocarril, frente a la que se encuentra este edificio, se hallaba llena de toneles a la espera de embarcar. El caos se puso solucionar construyendo tras la Casa del Vino una serie de cascos de bodegas, tras demoler unas casonas allí existentes. La reforma se realizó en 1866, como consta en la fachada de una de las bodegas, adornándose estas instalaciones bodegueras con las marcas y enseñas de las familias bodegueras más importantes en Jerez.
Con el tiempo toda la manzana trasera fue convirtiéndose en bodegas, donde se apilaban los toneles a la espera de su momento de embarque en el tren.
Actualmente algunas de estas bodegas siguen utilizándose como tal, pero las más cercanas a la Casa del Vino han sido ocupadas por unos talleres municipales y por la ONG Madre Coraje. La Casa del Vino, hasta hace poco, estaba ocupada por unas oficinas municipales de fomento empresarial.
Su actual aspecto indica el abandono del edificio que si pronto no recibe una función determinada terminará por convertirse en una ruina en medio de la ciudad. Forma parte de la historia del Sherry y por su distribución interior es ideal para todo tipo de oficinas, pero parece que la picota y la especulación inmobiliaria ya preparan su derribo para transformarlo en un bloque de pisos sin historia.
Todas las mañanas desayuno en un bar que está enfrente y me pregunto hasta cuándo estará en pie este pedazo de nuestra historia que no parece importarle a nadie.
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