Luego de hacer noche en un hotelito...
Luego de hacer noche en un hotelito cercano al palmeral de Tineghir y practicar senderismo por la Garganta del Todra, volvimos a subirnos a nuestro desastroso coche alquilado y continuamos viaje hacia las Dunas de Erg Chebi. Si el paisaje que habíamos visto hasta ese momento nos había parecido lunar y desolado, lo que continuó fue aún más desértico y fantasmagórico. La tierra comenzó a tener el aspecto de arena sucia, el aire se llenó de polvo, y aquí y allá, aunque no había viento, se formaban extraños remolinos que se desplazaban a través de la nada y trepaban hacia el cielo.
Por la carretera llena de pozos no pasaba nadie, salvo 4x4 en grupos de 4 ó 5. También, de cuándo en cuándo, se veía gente caminando por el costado del camino. ¿A dónde irían? Imposible imaginarlo, a nuestro alrededor no se veían casas, pueblos ni oasis. Unos 50 kilómetros antes de Rissani la carretera comenzó a desdibujarse. Montones de arena sucia la habían invadido y tuvimos que avanzar a 10 kilómetros por hora. Minuto a minuto nos preguntábamos hacia dónde estábamos yendo. La sensación era que íbamos directo al fin del mundo.