Canoa Quebrada

Si visitas Forteleza, tienes que ir a Canoa Quebrada. No es tan cerca, son 2 horas en coche, y si vas en autobús, tienes que ir a la estación de autobuses y buscar la empresa Sao Benedito, pero todo el esfuerzo merece la pena. Canoa es paz, tranquilidad, naturaleza, vida sencilla, sonrisas, sol, barcos y música. No es la típica playa brasileña, de arena blanca y mar azul, y quizá por esta razón me ha encantado; es formada por rocas rojizas, altas y bajas que forman un laberinto en la parte superior, con vistas al mar. La gente humilde, sencilla, chiringuitos clavados en la arena, dentro de la playa que venden "pastel" (fritura típica brasileña),cerveza y refrescos a buen precio, con música en vivo o en algunos días,fiestas en la playa,tanto por el día como por la noche.

Llegamos a Canoa Quebrada tarde en la noche luego de un largo viaje en ómnibus desde Jericoacoara y la posada en la que pensábamos quedarnos no era para nada lo que sus fotos en internet mostraban.

Al mirar alrededor descubrimos una pequeña puerta blanca apenas iluminada. En la también blanca pared decia ¨Pousada Azul Marinho¨. Ese era nuestro lugar! Antes casa de familia, ahora posada con tan solo 5 habitaciones, casi colgada del acantilado. Atención personalizada de su dueño y el agradable personal, resultó ser el lugar ideal para unos días de descanso antes de continuar a Fortaleza

Muy cerca de la línea del Ecuador, Canoa Quebrada se hizo famosa en los 70 como refugio de hippies y gente alternativa que buscaba una vida más sencilla, como en Jeriocoacoará, bastante más famosa esta última.

En época de lluvia hay lagunas que se crean entre las dunas de arena, ofreciendo un paisaje bastante curioso.

El pueblo es pequeño y muy acogedor, con posadas y hotelitos muy alternativos, y en la playa se agolpan las pequeñas embarcaciones de pesca, las jangadas, que salen al mar conservando la estabilidad gracias a la maestría de sus marineros, que prácticamente pueden surfear las olas.