Disfruté más la vista que el rico café con una gota de leche!!!
Regresaba de haber visitado la Casa de Ana Frank, luego de haber soportado estoicamente una copiosa lluvia y menos mal que llevaba mi paraguas, pues había sido prevenida por una de las camareras del Hotel en el que me alojaba, sobre que una de las cosas que inevitablemente sucedía mientras esperabas para ingresar era la copiosa lluvia a toda hora. No sé si tendría algo que ver con la triste y a la vez maravillosa historia del lugar pero sí que era inevitable.
Tenía mucho frío, lo que no es de extrañar en mí, y rogaba por encontrar alguna cafetería por el camino y finalmente la encontré. Preferí sentarme en las mesitas que había en la pequeña plazoleta que formaba el puente que atravesaba el canal y me senté allí a observar y escuchar el susurro del agua mientras esperaba el café.