perulanda
Relax total en una cabaña en Gambia
Llegamos a Gambia sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar y al principio creíamos que nos íbamos al fin del mundo, cuando nos salimos de la carretera y empezamos a recorrer una pista de tierra a través de un bosque. Llegamos de madrugada a Kairakunda, así que no vimos demasiado, teníamos ganas de acostarnos a descansar. Eso sí, nos sorprendió el water de compost, al que en vez de tirar de la cadena teníamos que echar una tierra con aspecto de serrín. Al despertar al día siguiente quedamos encantados: Un estupendo jardín nos dio la bienvenida y el personal local era superamable. Desayunamos en el hotel ecológico adyacente (Footsteps).
Bueno, realmente es como si la cabaña perteneciera al hotel. La playa está como a un kilómetro, y es una playa completamente desierta, no hay ni un chiringuito. Y también podíamos utilizar la piscina del hotel, filtrada de forma natural sin cloro, que es bastante pequeña pero suficiente para remojarse y refrescarse un poquito. El personal del hotel nos facilitó algunas actividades, como avistamiento de aves, guía y transporte, aunque la verdad es que nuestro momento favorito era tumbados en las hamacas bajo la bantaba, una especie de techado de paja de forma circular. Aunque se podía cocinar en la cabaña no nos fiábamos demasiado de los productos del mercado, así que solíamos cenar en el hotel, que tenía una carta muy variada... La verdad, pasamos una semana aislados del mundo, totalmente relajados y encantados con el sitio. Aunque si quieres lujos, tener todas las comodidades occidentales y estar rodeado de turistas éste no es tu sitio. Si lo que quieres es hacer un turismo ecológico y responsble con el entorno y conocer las pequeñas aldeas de primera mano te encantará.
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