La visita a este jardín botánico surgió po...
La visita a este jardín botánico surgió por casualidad cuando el pasado verano me dirigía con unos amigos por la zona de costa que va de Valencia hasta Cullera buscando un buen lugar para comer. Llegando a Cullera muy cerca de la entrada a la población, por la carretera del Faro, encontramos el jardín botánico, nos picó la curiosidad y decidimos entrar. Por fuera no te imaginas el tamaño que tiene, por la información que nos dieron ronda los 25.000 m2, con muchísimas plantas que no conocíamos sobre todo palmeras y arboles tropicales que se adaptan muy bien al clima mediterráneo. Tiene un lago precioso y está repleto de caminos para perderse entre la vegetación. A la entrada hay un invernadero donde pueden comprarse plantas y un parking para coches junto a la recepción. También pudimos ver el museo que estaban montando en una casa antigua, data de finales del siglo XIX, que han restaurado y que en si misma ya vale la pena visitar.
