La bella del Rin
Mucha gente piensa erróneamente, al preparar su viaje a Suiza, que Basilea no vale la pena. ¡Error garrafal!
Esta preciosa ciudad, nos sólo sigue a Zúrich y Ginebra en población sino que es el único puerto del país a orillas del río Rin, lo que la convierte en uno de los centros de exportaciones del país y núcleo de grandes industrias farmacéuticas conocidas por todos como Roche o Sandoz.
El punto de encuentro de tres países es el enclave para el aprovisionamiento de materias primas de Helvecia. Esto es resultado de siglos de prosperidad económica y de una perfecta estrategia comercial que también trajo de la mano una espectacular tradición cultural y artística. No olvidemos que aquí estudiaron Erasmo de Rotterdam y Paracelso.
Pero la vida de Basilea también está en el río. Pasear entre o sobre los grandes puentes que cruzan el Rin es uno de sus principales atractivos. Como lo es, para los amantes de las callejuelas, tal es mi caso, disfrutar de las pequeñas pero altas casas que forman uno de los cascos antiguos más bonitos y menos deteriorados de Europa. Al caminar por la Basilea vieja respiramos también el olor de las tradiciones, de todo lo que permanece en la poco cambiante Suiza, tan moderna pero tan apegada a sus tradiciones.
Puestos callejeros con quesos de intenso sabor o flores de mil aromas, la elegancia de las tiendas que nos tientan con su delicada mercancía, la Historia que pasea con nosotros por la ciudad....Todo eso y más es Basilea.
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