Carmen Pérez del Olmo Teira
El mercadillo de las Mil y una Noches
Surabaya no es una ciudad muy turística, ni mucho menos especialmente bonita; al menos, por lo que pude apreciar durante los tres días que (obligada) estuve retenida allí. Sin embargo, incluso el lugar más gris del mundo puede tener un "algo" especial, y en la capital de Java Oriental este "algo" lo encontramos en las "noches árabes" del barrio musulmán de la ciudad.
Allí, a lo largo de una estrecha calle que lleva hasta una de las mezquitas de la ciudad, todas las noches se monta un mercadillo donde los jilbabs, el khol y la henna de las mujeres compiten con las camisas y gorritos de los hombres por ser los artículos más vendidos.
El mercado es de lo más auténtico; por una vez, uno de esos mercados que en absoluto han sido pensado para los (pocos) visitantes que se dejan caer por la ciudad. Perderse entre sus puestos y regatear por un puñado de dátiles, mientras un grupo de niños te rodea a la espera de conseguir su "premio", es toda una experiencia; pero todavía más fascinante es escuchar, por sorpresa, la llamada a la oración desde el otro lado de la calle, que a duras penas acierta a oírse entre el barullo generado por los mercaderes y la estruendosa música que sale desde los altavoces de los muchos puestos de cassettes de música árabe.
El paseo finaliza, cómo no, en la mezquita, en la que si llegáis a la hora adecuada podréis presenciar una de las últimas oraciones del día. Desconozco si el acceso a los hombres no musulmanes está permitido en el interior del edificio: en mi caso tuve que contentarme con verlo desde fuera; acompañada, eso sí, de todas las mujeres de la zona, quienes debido a su condición de mujer se ven obligadas a orar en el patio que precede a la sala principal.
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