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Barrio de Getsemaní

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19 opiniones sobre Barrio de Getsemaní

Leo en mi cuaderno de viajes: “En la t...

Leo en mi cuaderno de viajes: “En la tarde dejo atrás el centro de la ciudad vieja de Cartagena, atravieso la Puerta del Reloj y me voy hacia Getsemaní. En el barrio, mucho más popular, late fuerte y real la vida. Los puestos de comida -chorizos y queso fritos, palitos de carne asada- han invadido las esquinas; la gente ha sacado las mecedoras del interior de sus casitas de colores y toma aire en las veredas. El alcohol se le ha subido a la cabeza a más de uno. Las familias conviven con mendigos y borrachos, con alguna prostituta que ha decidido hacer la calle desde temprano. El restaurante Coroncoro ya está lleno. En un rato volveré y pediré el ‘Plato típico’ (pescado, carne o pollo con arroz medio dulzón hecho con pasas y coco, yuca o patacones fritos y ensalada aderezada con cilantro), que ha pasado a ser mi preferido.

Getsemaní, a donde se hallan la mayoría de los hostales y restaurantes económicos, puede darte temor al principio. Gente humilde, algunos mendigos, muchos hombres parecidos a ‘Pedro Navaja’. Luego te das cuenta de que allí, tomando tus recaudos, no pasa nada. Con los días el barrio te va enamorando. Sí, es popular, de clase trabajadora. Pero qué mejor lugar para empaparte de vida, para degustar el verdadero color y sabor de Cartagena”.
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En sentido positivo, es el barrio más ...

En sentido positivo, es el barrio más popular y barato de los que encierra la muralla de Cartagena de Indias. En el sentido negativo, el más decadente. Por suerte, esta ciudad es la más segura de Colombia, así que aunque en sus calles puedas encontrar gente dedicada a oficios no muy legales, no dejan de estar haciendo su trabajo, sin poner en peligro nuestra seguridad.
Dónde comprar
- El convento de San Francisco, actualmente sirve de sede de anticuarios y tiendas de artesanías.
Qué ver
- La estatua de la india Catalina, situada junto al baluarte de San Pedro Mártir.
- Parque del Centenario
- Centro de convenciones
Qué comer
-El Mesón de María y Mulata, es un reconocido restaurante cuya especialidad son los mariscos y la comida española.

Donde dormir
- El hostal casa Viena es el albergue más reconocido de la zona.
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Caminando por Getsemaní

Getsemaní es otro de esos Barrios de Cartagena perdidos en el tiempo. Su arquitectura recuerda los años donde se andaba a caballo y se comerciaba con oro. Ahora sigue siendo un lugar muy tranquilo para los paseantes que deseen darse una vuelta y conocer la tradición de la costa caribe Colombiana. No es raro caminar y encontrarse esculturas forjadas en hierro con curiosas escenas cotidianas.

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FREE TOUR BARRIO GETSEMANI

Excelente

Este barrio es un Sitio Turístico de Cartagena donde encuentras varios lugares de Interés como lo son La torre del Reloj, Museos, La Muralla y otros en su entorno muy emblemáticos.
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'https://sitiosdeturistas.blogspot.com/2021/02/cartagena-de-indias.html'

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Barrio de Getsemaní

Es maravilloso, está todo muy cerca; castillo de san Felipe, muralla, el reloj, hay varios restaurantes, hoteles, hostales, mall, supermercados, todo caminando y las casas y los barrios son para recorrer tranquilamente.

Muy hermosa.

Excelente

Me hospedé en Pachamama, un Hostel ubicado en ese barrio el cual se encuentra muy cerca al centro como a 10 minutos caminando o tal vez menos. Sus colores son muy lindos y es muy acogedor. Me gustó mucho! Las fotos son de la vista desde una casa al costado del hostel en Getsemaní.

Hace 39 años me fui de esta ciudad sabiendo que volvería.

Excelente

Hoy vuelvo con mi hijo. Me había cautivado su arquitectura, su belleza, la simpatía de su gente.

Nos alojamos al borde del centro histórico, en el barrio Getsemaní. Al llegar al aeropuerto el primero en recibirnos fue el calor húmedo, soporífero, que nos acompañó todos los días, aún de noche.

En nuestra primera salida nos dirijimos a la Torre del Reloj y nos “atacan” los vendedores ambulantes de todo lo que uno pueda imaginar más algunas cosas más. Atravesamos la Plaza de la Aduana, la iglesia de San Pedro Claver, entramos al Museo Naval, una visita inútil. Seguimos recorriendo esas calles angostas, que cambian de nombre por cuadra, con hermosos balcones cubiertos de flores. Entramos a Sierva María, un bar que recuerda el mágico mundo de Gabriel García Márquez, pedimos granitas de frutas naturales, como sólo se encuentran en las zonas cálidas. Seguimos la recorrida por carreras y calles y vemos casas de artesanías con una originalidad y calidad como pocas veces vi.


Figuras construidas con fibras de hojas de trigo, coloreadas, utilitarios coloridos y laqueados, esculturas en arcilla, en madera, canastos con tejidos muy sutiles y multicolores, bolsos y morrales Arahuacos de la Guajira, y muchas cosas más que admiraremos en fotos. Nos dirijimos a la iglesia de Santo Domingo y nos enteramos que sólo atiende de lunes a jueves de 14 a 18 hs. Seguimos por la mini plaza de enfrente, donde está la Gertrudis de Botero, que sigue sin gustarme. Entramos al Museo de la Inquisición, un fraude, casi nada es original, igualmente con la frase de Santo Tomás de Aquino, sintetizan la locura inquisidora durante más de dos siglos. Vamos a Juan Valdez y nos hacemos clientes de varias veces por día, degustamos los frappé, los nevados, las almojábanas, etc.

Conocemos Bocagrande, una especie de Miami contra natura que le creció a la ciudad, el shopping, las mucamas de uniforme paseando las mascotas, las niñeras, las 4x4 blindadas. Madrugamos porque nos vamos a las islas del Rosario y a Barú. Abordamos la lancha al mando de Chocolate. Partimos hacia Playa Blanca en Barú, llegamos y almorzamos escaso, apilados como en un recreo del Tigre en sus mejores épocas. Vuelve el acoso de los vendedores, masajistas, etc.

Disfrutamos de la playa, del agua tibia, cristalina, casi sin olas, durante una hora y volvemos a la ciudad. Vamos directamente a cambiar dinero, el dólar aumenta todos los días, luego nuevamente a recuperar energías a Juan Valdéz, seguimos cambiando y ahora a Sierva María. Esa noche descubrimos El Bistró, cena espectacular.

Comentamos con Tomás que Gabo tenía razón, parece que las cosas mutaran de noche, y al día siguiente descubrimos lugares nuevos, donde ya habíamos estado y volvemos a sorprendernos. Algo de Macondo tiene Cartagena.

Se acerca la vuelta, recorremos nuevamente el centro, el Museo de Arte Moderno, poco interesante, luego el Museo del Oro, el mejor de los que visitamos. Está inundado de taxis que tocan bocina casi todo el tiempo, los coches a caballo, los vendedores, las palenqueras, la gente charlando en la calle, en las plazas, es algo que cada vez se ve menos en la mayoría de las ciudades.

Vamos a conocer el castillo del Real Felipe, que es un punto culminante de la muralla que circunda toda la ciudad antigua. Probablemente es la defensa más grande y mejor conservada de todo latino América. Luego otro shopping, Falabella, compras y más compras de cosas necesarias, de pavadas, etc. Volvemos al hotel, observando al mundo que lo rodea, por un lado el bonito Parque Centenario, con sus puestos, sus flores, sus María Mulatas, pero también esa gente que vive ahí dentro, los cartoneros que llevan la inscripción “la vida es dura, pero no dura”, la parada de taxis colectivos y el señor que los ofrece gritando desde la mañana muy temprano. La expectativa de vida seguramente es menor que en Argentina. El índice de Gini que elabora el Banco Mundial para medir la desigualdad dice que Colombia ocupa el puesto 165, Chile el 141, Brasil el 166 y Argentina el 63. El salario mínimo es de 215 dólares, menos de la mitad que en Argentina. Cenamos en El Bistró nuevamente.

Madrugamos, desayunamos a la colombiana y arrancamos la recorrida, perdiéndonos por la bella Cartagena, más café Juan Valdés, lo vamos a extrañar, y a la tarde recorremos un largo trayecto de la muralla, la casa de Gabo, pasan las “chivas” con turistas, llegamos a las 17 hs para la puesta de sol en el punto panorámico, vale la pena, saco mil fotos. Seguimos el camino hacia “las bóvedas”, más artesanía de las buenas y de las no tanto, compramos un bolso bordado por los indios Kuna. Se hace noche, hoy toca pizza, buscamos un lugar y el que encontramos no me gusta y cambiamos por pastas, que a pesar de mis reparos están riquísimas.
Sábado último día, amanecemos sin los gritos de los taxistas, los vendedores, etc. Después de mucho admirar a Totó la Momposina y a Petrona Martínez, me entero que Palenque es un lugar a 70 kms de Cartagena, a donde escapaban los negros esclavos que se liberaban, o sea Palenque es la versión colombiana del Quilombo brasileño.
La magia de Cartagena es constante, enamora, invita a volver. Ultimamos detalles, cerramos valijas.

Me voy con la alegría de volver a casa, contar lo vivido, y a su vez con la tristeza de volver a dejar esta ciudad hermosa y esta Colombia que amo. Hasta la vuelta, siempre
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Información Barrio de Getsemaní