Bar Rabason

Tasca, taberna o agujero que amarás, odiarás pero seguro que no te dejará indiferente.
De visita obligada en Benasque es el punto de encuentro ineludible en las tardes de invierno después de un largo día en las pistas de la estación de Cerler.

Es un lugar muy peculiar y digno de visitar tanto por su curiosa decoración formada por telarañas, pieles, cabezas de animales disecados...como por el propio tabernero que parece mimetizarse con el espacio y merece una mención especial ya que lleva varias décadas al pie del cañón.

No hay que salir de allí sin probar el moscatel, duro en un primer sorbo, pero eficaz para combatir el frío en los duros meses de invierno.

Creo que el Rabasón existe desde antes de que tuviera uso de razón.
El techo está plagado de billetes antiguos clavados con chinchetas y telarañas, que al contrario de resultar asquerosas, le dan el toque de autenticidad al local.
Seas de Benasque o vengas de visita, al Rabasón hay que ir de vez en cuando.

No sirven nada en especial (salvo un vino rancio que te deja tiesa), pero por alguna extraña razón te sientes súper a gusto cuando estás ahí, como si hubieras encontrado un buen escondite para pasar un buen rato con los amigos.

El horario es muy reducido (no se si de 19 a 22 h.