Música malilla, copas caras y un olor fétido a cloaca proveniente de los baños.
Ya fuimos varias veces y el olorcillo siempre está ahí.
Es otro de los bares del Puerto donde te piden ir vestido de pantalón largo, zapatos y camisa para entrar.
Como mucho, te puedes quedar en la terraza, que está situada en la calle principal de marcha y ves pasar a toda la gente.
Estuvimos tomando un trago y nos cobraron carísimo por lo que tomamos! Le preguntamos a la camarera a ver si nos había cobrado bien por lo que habíamos consumido y nos dijo que si. Le comentamos nuestro malestar y nos dijo que con no volver lo teniamos resuelto y desde luego no volveremos ni con invitación.
El trato como de primerizos, copas carísimas y ridículas. Muy seco y escaso el trato, y por supuesto a la hora que fuimos no había nadie, por algo será. No volveremos jamás, que no se aprovechen más de la gente, y de los turistas extranjeros. Penoso.