El mejor mirador
Disfrutemos de la carretera, vayamos despacio, sin prisas. La ventana del coche abierta, para que entre la frescura del aire que contrasta con la humedad y el calor del resto de la isla. Y sobre todo abramos bien los ojos, que no se nos pase un pequeña parada a la izquierda, justo donde se abre la línea de árboles.
Allí, sobre una pequeña elevación del terreno, hay dos restaurantes. Uno grande y muy turístico y otro que lucha por hacerse un sitio en el flujo diario de turistas.
Y los dos están en ese sitio por una razón muy clara y evidente: las vistas sobre el Valle de Viñales.
Es extraño que el restaurante grande tenga más clientes, ya que el pequeño dispone de dos plataformas donde tienen instaladas mesas para comer y disfrutar al mismo tiempo de las bondades y la belleza de las vistas. La magia de las comisiones a los guías, tal vez.