Para quedarse casi sin aliento..
Los finos capilares que entretejen el barrio de La Villa acaban por abrirse al paseo del Adarve, el circuito que corona lo que fue a la vez muralla y acantilado, un escarpe de roca inexpugnable que se asoma como un balcón privilegiado a las huertas y arboledas que tapizan la vega a los pies de Priego.
Es el paseo y mirador que remata la fortaleza natural, surcada por un barranco, en la que se asienta el sector más antiguo del casco urbano de Priego. Contornea el barrio de la Villa y se abre a hermosas vistas del valle, con el horizonte de las sierras Subbéticas.
Abajo del todo, el río Salado