Conozco pocas ciudades que combinen con...
Conozco pocas ciudades que combinen con tanto acierto la playa y el mundo urbano. Me siento en la arena de cualquiera de las playas de Santander y me parece estar en medio de la nada, entre bañistas y turistas que solo están allí para disfrutar del sol, de las olas del mar con ese balanceo dulzón, del agua salada que cura las heridas de la piel y ayuda a olvidar las del alma.
Pero al salir del territorio arena, inmediatamente comienza el territorio asfalto, con esas avenidas enormes y los paseos de aceras limpias y blancas. A dos pasos de la playa ya da vergüenza llevar un pareo por vestido.