Todo visitante que se acerque a Almagro...
Todo visitante que se acerque a Almagro llega hasta el Ayuntamiento. Por dos razones esenciales, en su planta baja está la Oficina Municipal de Turismo y porque ocupa un lateral entero de la Plaza Mayor.
En realidad ocupa casi enteramente uno de los lados menores de la misma, pero es el más cercano a las vías de comunicación con el exterior por lo que todos llegamos a la Plaza Mayor pasando junto al Ayuntamiento.
Esta Plaza Mayor adquirió su actual fisonomía cuando en ella se asentaron un grupo de alemanes en época de Carlos V. Los Fugger, apellido que se castellanizó como Fúcar, asumieron el control de las minas de Almadén en pago al préstamo que le hicieron para comprar el título de emperador. Ellos trajeron la moda de las galerías superiores sobre soportales abiertos y el peculiar estilo arquitectónico que se puede contemplar en esta plaza.
Pero el consistorio corresponde a una época anterior de construcción, con otro estilo artístico, aunque su estado de ruina a mediados del siglo XIX conllevó a una profunda reforma del mismo a cargo de Cirilo Vargas y Soria en 1865, que aunque pretendió ser purista en el concepto huyendo del historicismo reinante no terminó de ser fiel al original. Esto se observa, por ejemplo, el manierismo de la fachada, con determinados elementos que rompen la simetría de la misma, como por ejemplo en las esquinas, en la ubicación de la entrada y en la colocación del escudo de armas.
Si te sitúas a cierta distancia del edificio para contemplarlo podrás darte cuenta de un detalle curioso. Da sensación de coherencia y de elegancia, pero sin embargo parece estar formado por dos edificios acoplados entre sí.
El de la derecha está formado por tres puertas adinteladas con dos ventanas separándolas en el piso inferior y cinco entradas a un balcón corrido señorial en el piso superior. El antiguo escudo de armas de la ciudad centra la composición, ya sobre la misma cornisa. El escudo alude a las armas de Almagro, las insignias de Maestre y la flor de lis de la Orden de Calatrava, que tenía a su Maestre en el edificio opuesto de la plaza.
El de la izquierda está compuesto por dos puertas con una ventana en medio en el piso inferior y una balcón corrido con dos entradas en el superior, rompiendo la armonía la ubicación de dos balcones a distinta altura que el resto.
Para centrar en la unión de estos dos edificios se colocó una torrecita con un reloj y una campana de 1798 que se trajo del convento de Santa Catalina. La puerta de entrada principal es ahora una de las puertas laterales y el balcón principal, donde están las banderas, es el que está más a la izquierda del balcón corrido.
A pesar de que se ha roto la proporción y la simetría la fachada es armoniosa, porque no hay mezcla de estilos artísticos. La última restauración de importancia se realizó desde 1960 a 1967, junto con el resto de la Plaza Mayor. Realizada por Francisco Pons-Sorolla, recuperando la fisonomía de la Plaza en el siglo XVI.


