Por los pelos
Hoy os cuento una anécdota de esta que casi, casi... dejémoslo en que es de las que luego te ríes y revives durante el resto del viaje.
Nuestra entrada al País Dogón no pudo ser más equívoca -por no ser premonitoria-, y nos enseñó otra de las caras de lo que un clima duro puede provocar en muy poco tiempo. El agua fue la protagonista... Era tiempo de monzón, y por tanto de tormentones inesperados, relativamente cortos, pero muy abundantes. Nuestro guía y los chóferes decidieron probar o ir por un atajo, para llegar a la aldea Dogón donde pasaríamos un par de noches o tres, Koundu.
Precisamente, casi según empezamos a circular con los 4x4 por un campo de piedras y vegetación -porque la pista empezaba un poco más adelante, de hecho-, empezó a llover como sólo llueve allí.