Una isla de aguas cristalinas
Sin duda lo que mas llama la atención de esta isla su dependencia de la laguna de aguas cristalinas.
Incluso el aeropuerto se haya ubicado en un motu (atolón en polinesio) y todo viajero que llega debe ser transportado en barco a su destino.
La vida en Bora Bora se desarrolla en el agua. El color azulado de sus aguas y la transparencia de las mismas son lo primero que choca al viajero nada mas llegar a Bora Bora.
Obligatorio en Bora Bora es alquilar una pequeña barca con motor y recorrer la laguna, divisando rayas y peces de colores y disfrutando de un baño espectacular con la isla al fondo en algún lugar recóndito donde no haya mas que silencio y algún que otro coral en el fondo.
Los corales abundan en la isla, solamente hay que coger las gafas y el tubo y zambullirse en la playa del hotel, nosotros estuvimos en el Sofitel donde hay una gran superficie de corales detrás del motu que también es parte del hotel, fue impresionante.
No obstante hay que tener sumo cuidado pues el tránsito de barcos, lanchas, motos y demás carromatos acuáticos es tal que en algunos pasos entre los corales es peligroso nadar o snorkelear.
Si bien la laguna de Bora Bora es la mas impresionante de toda la Polinesia, la isla en si es aburrida, sin apenas nada que ver en su interior y sin ese encanto propio de otras islas menos famosas, el turismo masivo ha acabado con esos valores.
Que decir de las puestas de sol en Punta Matira, imprescindible despedir allí cada día que se va en Bora Bora.
Finalmente, indicar a todos los viajeros hispanoparlantes, que si quieren realizar un divertido tour por la isla y conocer su historia, se pongan en contacto con el guía mas dicharrachero de Bora Bora "Rapa" a quien podrán ubicar todas las tardes en una pequeña joyería de camino a Punta Matira y de paso le hagan llegar un fuerte abrazo de parte de Raquel y Diego.


