Beatriz Zaera Hierro
El lujo de cuidar cada detalle
Me declaro fan incondicional de la decoración tropical y, aunque el Amazónico sepa cómo usarla de 10, no es (ni de lejos) el motivo por el que este restaurante me robó el corazón.
Si recorres su pasillo izquierdo verás cómo van desfilando ante ti distintas cocinas: en una verás los espetos de sardinas (eso sí, sólo los verás, ya que no se escapa ni una molécula de olor), en otra las brasas, en otra las piñas haciéndose poco a poco y soltando su delicioso jugo... si miras hacia la derecha, querrás sentarte a probar uno de sus exquisitos cócteles (va en serio, el sabor de estos cócteles no tiene comparación a nada que haya probado antes) en su selvática barra.
La comida es deliciosa, cuidada desde la selección de la materia prima hasta que es servida en tu mesa y, si además tienes la suerte de disfrutarla en su sala de abajo mientras sientes la música en directo, tienes una velada de sobresaliente asegurada.
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