SerViajera
Creo haber contado que llegué aPalermo, ...
Creo haber contado que llegué aPalermo, la capital de Sicilia, en un vuelo desde Túnez. Fue una decisión de las mías, de un día a otro: Se acabo Túnez, me voy a Sicilia. Así que en una hora pasé del blanco y azul tunecino al barroco siciliano. Extraño, pero fascinante. Todo había sido tan rápido que no había reservado hostal. El único dato que tenía lo había sacado de internet: Cerca de la Stazione Centrale había un ‘albergo’ que supuestamente estaba bastante bien. Tuve que constatar dos veces la dirección: No podía creer que ese enorme palazzo del siglo XVII absolutamente destartalado escondiera en alguna parte un hostal medianamente digno.
Pero toqué el timbre, pregunté si tenían lugar, me dijeron que sí y subí. Increíble. Para llegar a la ‘prima pianta’ tuve que subir una escalera de 30 metros de ancho y 20 de alto. Mármol blanco y rojo por doquier, lámparas fastuosas, hileras de columnas, ventanales de fantástica forja, restos de frescos, faunos resguardando portales, paredes desconchadas, estatuas en los rincones. Decadente, ésa es la palabra, pero tan hermoso. El albergo resultó genial. Por dentro está completamente renovado, las habitaciones son inmaculadas y el trato es amable y familiar.
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