Una Alameda del siglo XIX
Las fotografías corresponden al aspecto de la conocida como “La Alameda” una semana antes de su inauguración tras su última reforma. Ahora se abre el día 1 de noviembre de 2010. En realidad antes estaba en un estado general aceptable, pero las obras del tranvía que va a pasar por su lado precisaban de reformar el pavimento. De paso se ha aprovechado para reponer parte del césped y sanear la parte del equipamiento que estaba deteriorado.
La calle Real era la travesía de San Fernando, el único camino para llegar a Cádiz por tierra. Con la puesta en funcionamiento de la ronda de circunvalación esta calle céntrica, que dio origen a la población, ya no era necesaria para el tránsito rodado. Así se ha peatonalizado y se está ultimando la instalación de las vías del futuro tranvía que unirá a San Fernando con Cádiz y Chiclana.
Esta plaza, en las afueras del Castillo de San Romualdo, siempre ha sido un oasis de verdor en la travesía. Recuerdo que siempre estaba llena de isleños, en una calle Real donde era prácticamente imposible el poder aparcar y menos el parar. Ahora es una delicia poder pasear tranquilamente por esta remozada Alameda.
Aunque, lamentablemente, el remozado se ha llevado por delante gran parte del arbolado existente, en pro de una decoración más decimonónica de elementos de menor tamaño. Esta decisión me parece incorrecta, porque uno de los mayores encantos de una alameda es precisamente sus árboles, ¿una alameda sin árboles qué es lo que es?
Tiene una extensión de cuatro mil metros cuadrados, de los cuales sólo quinientos están destinados a zona verde. El centro lo ocupa un templete histórico, en un lateral un parque infantil y en las partes exteriores un ornato de jarrones neoclásicos y alicatados andaluces. Algo bien hecho ha sido la restauración de los bancos, que proceden de 1853, parcialmente de hierro y de cerámica realizada por un taller local imitando la original.
Una novedad es la instalación de una red de drenaje, de la que la Alameda carecía anteriormente, manteniéndose un pavimentado de color rosa en toda la plaza excepto en el centro que es de color gris.
Aunque los cambios han mantenido y reforzado muchos elementos originales, las modificaciones le han dado un nuevo aspecto a esta Alameda, la que yo recuerdo de otra manera.
Los edificios que rodean a la Alameda conservan, en algunos casos, el espíritu inicial de la misma. Concebida como un lugar de descanso de los viajeros aún está en pie el Bingo y la Posada, donde entramos a tomar un café recordando otros tiempos donde afuera había una Alameda y no este remedo que con tanto cambio han creado. De todas formas continúa siendo el principal parque del centro urbano y un rincón que mantiene su mágico encanto de finales del siglo XIX.
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