Erika Paz
Acemitas Tocuyanas Niña Engracia
La historia de La Niña Engracia es agridulce. Ella quedó huérfana y su modo de subsistencia se convirtió en unos panes anisados que hacía para poder sobrevivir. Pasó de hogar en hogar hasta que quedó al cuidado de unos tíos y hoy en día son sus sobrinos quienes fabrican las acemas que ella hizo famosas. Ella ya tiene 103 años y lo único que hace es estar con su mirada perdida en una silla, viendo tal vez como se elaboran sus panes y como son vendidos a todas partes del Estado Lara y fuera de él. El nombre de esta preparación fue traído por los españoles y muy probablemente por los andaluces, y su origen etimológico se remonta primero al árabe y más atrás al griego.
La palabra Acema o acemita en su diminutivo, significaban “flor de la harina” y asimismo “pan hecho con levadura”. En el Estado Lara sólo saben que es única en su sabor y consistencia, excelente acompañada con una buena taza de café y un toque de crema de leche o suero. Para buscar las originales hay que ir hasta El Tocuyo y dirigirse a la carrera 13; Ramón, el sobrino de la Niña Engracia se encarga de hacerlas y seguro le atenderá y le contará la historia de su tía.
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