Una joya escondida dentro de una bella iglesia
Si el Renacimiento es mesura, proporción y equilibrio, la Capilla Portinari da buena cuenta de los principios renacentistas del arte y más concretamente de la arquitectura.
Se encuentra esta capilla detrás del altar mayor de la basílica de Sant´Eustorgio. Hay que seguir un estrecho pasillo para llegar a ella y pasa bastante desapercibida si uno no sabe que está allí. Fue mandada construir por el banquero Pigello Portinari para albergar su tumba y la de san Pedro Mártir.
Se trata de una edificación de planta central, propia del Renacimiento, y es el primer ejemplo que se encuentra en Milán de una construcción así. Las enseñanzas de Bramante, Alberti y otros arquitectos que trabajaron en Florencia y Roma han llegado hasta el norte de Italia y aquí se muestran.
Bajo la cúpula gallonada y polícroma se sitúa la tumba de san Pedro Mártir (denominada Arca), realizada por Giovanni Balduccio en varios mármoles. El cuerpo principal, rectangular se encuentra sujeto por las ocho Virtudes que acompañaron al santo durante su vida. Distintos bajorrelieves adornan la tumba con momentos de su recorrido vital. Se remata con un cuerpo con forma de pirámide truncada en el que se distinguen las figuras de la Virgen, san Pedro Mártir y santo Domingo de Guzmán fundador de la orden dominica.
Las pinturas que decoran la capilla y que fueron re-descubiertas a finales del siglo XIX narran asimismo milagros del santo titular.
Merece, pues, la pena adentrarse por el pasadizo hasta llegar hasta esta capilla única en Milán y testimonio de la influencia del Renacimiento florentino en toda Italia.


